No he tenido la suerte
de ser dueño de acciones que coticen en la bolsa
y creo que mi foto, con mi biografía
nunca serán publicados por el Financial Times
pero nadie puede negar que soy un hombre rico.
Además de aquellas cotidianeidades
que justifican mi vida
(una mujer, los hijos, los amigos, la poesía… esas cosas)
he tenido la inmensa fortuna de poder viajar
hasta la esencia profunda de mí mismo
para encontrar allí, donde se definen vida y muerte,
donde cada quien descubre si su azaroso viaje
por la vida ha sido pertinente,
al hombre que empuñó el bisturí y la palabra
con la intención de curar cuerpos y almas
para saber que, al final de todo,
este peregrinar ha valido la pena.
Sí, Antonio. Peregrinar vale la pena cuando se ha ido desgranando los frutos recibidos en gratuidad, en las manos vacías de los que esperan un milagro de la vida. Si uno no hace de su profesión un apostolado, cualquier esfuerzo es perecedero, en cambio, entregándose, los esfuerzos tienen premio y quien tiene la paga en la última jornada, no escatima en rebozar la medida. En nombre de todos ellos, Gracias Antonio por tu ejemplo de vida. Un abrazo y adelante!!
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