Estuvo en esa esquina desde siempre;
sin pedirnos nada a cambio
regalaba belleza azulada en primavera
y donaba su sombra en el verano
pero los ramplones se quejaban
de sus toscas raíces
que arruinaban la vereda
y alteraban el paso de peatones.
Aquella mañana
cuando llegué a la parada
lo encontré mutilado
por los hombres;
sus brazos, que proveían frescura
cuando el sol del estío era una brasa,
todavía latían en la calle
y unos obreros con ropa de fajina
hundían sin piedad picos y palas
con tenaz dedicación
para terminar con su injusto asesinato.
Al regresar a casa, después de la jornada,
él, que fuera un árbol portentoso,
yacía sobre el pavimento.
Me acerqué, acaricié su tronco
ante la mirada burlona de obreros y transeúntes
y sentí que estaba dando
el último adiós a un gran amigo.
Nosotros, los hombres todos,
habíamos abatido
su grandeza humilde
sin motivos.
Yo ni siquiera pude velar
sus ramas y sus nidos.
Hoy, después de muchos meses,
he comprobado
que las veredas siguen como siempre
pero he visto que la gente
que espera que llegue el colectivo
no puede protegerse del sol
ni del verano
porque ya no está allí quien nos cuidaba
y he sentido que, en ese exacto lugar
de nuestros días,
para algunos de nosotros
ha ocurrido una tragedia
pero para muchos otros, por desgracia,
en esa esquina no ha pasado nada.
(Inédito)
La fotografía que ilustra esta entrada fue recuperada de Internet desde ek siguiente sitio:
http://www.panoramio.com/user/2939521/tags/Buenos%20Aires?photo_page=5
Bravo poeta! Bravo por tejer imagenes emotivas en el alma del lector!!! Muy buen poema!!!!
ResponderEliminarAntonio:
ResponderEliminarLa palabra jacarandá trae a mi memoria a la calle Camarones, en la cuidad de Buenos Aires, durante mis años de niñez y adolescencia.
Veo aun sus flores celestes, sus vainas -que llamábamos castañuelas- y alguna rama que nos regalaba, para que pelemos sus hojas compuestas y cacemos mariposas en el verano.
Y rememoro lo más bello: trepar a él, para observar el mundo desde lo alto y a través de su follaje.
Ya más grande, confundí un pacará con él, pero eso es otra historia.
Un gran abrazo.
espectacular doc! la verdad refleja lo que le paso al árbol del frente de mi casa, una lastima! y muchas gracias por su preocupación
ResponderEliminar