sábado, 8 de octubre de 2011

muchacha que atraviesa una puerta







Merodeaba

por el paisaje desolado y triste

de mi propio desierto.

Esa vana comarca

donde la sed del alma no se aplaca,

porque el quid de mi sustancia

se deshace en recuerdos

sin mañana.



Desde mi soledad escarnecida

el desvarío generando el espejismo.



Ojos, piel, cabello...

que es lo mismo que gritar arrebatado

transparencia,

levedad,

hebras castañas.

Sueños paridos

por sueños más antiguos.

Fantasía que invade el territorio

de tenebrosas noches desveladas.



Me animaré.

Habré de inaugurar la travesía

hacia un cosmos un poco más sereno,

porque ayer,

cuando tu paso sensual y sugestivo

atravesaba la puerta con donaire,

el pasado se volvió cenizas

y pude recordar que estaba vivo.

 
Del Libro "poesía cotidiana" (2005)

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