La siesta huele a otoño
es decir, a melancolía.
Me refugio en la poesía
porque en la palabra
vive lo sagrado.
Fantasmas invisibles,
rostros borrosos,
soledad, nostalgia, desvarío
y por ahí, anda mi soledad
tristeando bajo el tímido
cielo de mayo.
Uno tan solo escribe
acerca de aquellas cosas
que atesora el alma.
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