TACUARA
(Para Martín)
Es pura nervadura recia
y sin embargo
la caña se dobla, grácil,
al influjo del viento
aunque no dialoga con él
y, cuando la lluvia moja,
sus gotas no son caricias
pues solamente
se siente a gusto
con los indómitos soles
del estío
porque ella sabe lo duro
de vivir en esta tierra solitaria
y agreste.
Al fin y al cabo,
aunque se parecen mucho
y son hermanos,
esta caña,
esta humilde tacuara,
no es el bambú que susurra
su plegaria a la brisa
y, cerca de ella,
no hay templos ni monjes
ni tigres, ni ríos
ni montaña sagrada
porque América ha parido
esta caña, solidaria, protectora
para que sus gentes sepan
que la vida no es solo
misticismo.
Imagen recuperada de Internet:
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