V
En lo más profundo
de mis noches húmedas
vi surgir la estrella ardiente.
¿Hacia dónde miras?
¿Cuál es tu centro infinito?
¿Indicas una luz subcelestial
o es cómo en Belén?
Los latidos de mi ser
desbordaron el silencio redondo
de tanta luna nocturna.
Apareció lo etéreo, inaccesible a veces,
misterio presente, navío de océanos;
siempre el alma tuya
dando luminosidad a la espera.
Ardí de goce
y sentí la mano amiga,
el corazón protector,
el espíritu paciente.
Te supe siempre ahí, empujando el despegue;
te vi siempre allí, esperando la llegada.
Fuimos dos en uno,
cuerpos inermes ante una miríada de fantasmas
que me acosaban sin contemplaciones.
Flotaste una en el remanso,
roca estática de piedra,
ante el murmullo félido del pasado
que me interrogaba.
Descerebrado de tanta noche
espero el día preguntándome;
el eco plural se mezcla
agorero de mis miedos
y camino turbado bajo la guía lumínica
sin saber si transito
hacia el cielo o el infierno.
(1998)
me estremeció de identidad-compartida.
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