sábado, 14 de marzo de 2009

DESDE EL EXILIO HACIA HIROSHIMA

Amigos: Como para no olvidar, les recuerdo algunas poesías y las tapas de mi libro "Desde el exilio hacia Hiroshima" que fuera editado en el año 2006.









I


Penumbras
sobre mí.

En lo profundo yace,
desvestida,
mi nostalgia.

Del otro lado
de este océano oscuro
hay un puerto
donde late la vida.


II


La oscuridad
no está en lo confuso
que me envuelve
sino en la pérfida sospecha
de que no me recuerdas.



VIII

Lo infinito de mi sueño
cabe en un retazo
del nocturno.

Simplemente
un borroso perfil,
estampa fugitiva,
azul tatuaje
que se dibuja
en cada espacio de mi ser
y me traspasa



XI

Sobre la muda agonía
del crepúsculo
se despeña, silenciosa,
mi memoria.

El ocaso es gris
como la lluvia,
como mi sed,
como tu imagen,
como este terrible desamparo



V

La noche se deshace
vencida
por todos los silencios.

Apúrate,
atraviesa la oscuridad
y dame tu consuelo
a manos llenas.

Redímeme,
que el tiempo no perdona
y se ha hecho dueño
de todos los relojes.



XV

Mis ilusiones cuelgan
de alguna nube presurosa.

El ángel oscuro
ya no ríe.

Ahora habito
con el alma desnuda
y el corazón a la intemperie
la exacta madriguera
donde se pinta
el reverso de la vida.



viernes, 6 de marzo de 2009

DOS POESÍAS INÉDITAS




                                 Dibujo salón Medioteca Villa maría Fotografía: Mariana Lucatelli



SONETO DE VIDA

Quizás debí tomar antioxidantes,
consumir menos grasas y frituras,
comer más fibras, frutas y verduras
y al pucho renunciar; estar distante

del vino (ese brebaje amenazante
de la salud) tener mucha cordura
y evitar el estrés y la locura.
No fue así; pudo más el excitante

juego de transitar mis estaciones
disfrutando de sueños y emociones
ardoroso, tenaz y sin medida

y esta noche, aferrado a mis pasiones
rechazo mis nostalgias aburridas.
Sé que mi vida es vida bien vivida.


CUENTO POEMA DE MENOS 
DE DOSCIENTAS PALABRAS

En la noche profunda
huye con ansiosa turbación
del hombre que, sin piedad,
la busca.
Sabe que si el cazador la encuentra
quedará cautiva para siempre.

Escapa y se esconde en la luminosa
oscuridad nocturna.

Con desazón
el perseguidor abandona la búsqueda,
regresa a su sillón,
bebe vino,
fuma…
De pronto, sin apenas darse cuenta,
la descubre.

Ella se rinde.

El hombre, con el sabor del triunfo
en sus entrañas,
la encierra.

A medida que pasan
las horas y los días
ella comienza a disfrutar
su encierro.

Descubre que quienes la miran
la admiran;
su cautiverio es espléndido
y llega el día que descubre
que su prisión
le permitirá atravesar
los tiempos.

Cuando la palabra
cae prisionera de quien le da
el lugar exacto,
narrador o poeta,
es inmortal
y perdura en el corazón mismo
de los hombres.